domingo, 28 de agosto de 2011

sábado, 6 de agosto de 2011

Las rocas,
su lenguaje de la quietud, tan parecido al de la muerte
el oleaje de su imperceptible pero indudable movimiento, tan invisible para la estupidez de nuestros ojos.
Y la luz se posa, y la luz canta, y la luz nos da posibilidad, la ofrece, de entender, y nos volvemos a encontrar frente a este universo, y la posibilidad se queda inerte: nos estrellaremos contra el muro de uno mismo, derramando, en espera, como las rocas, que ese sonar del agua nos arrope.