viernes, 17 de septiembre de 2010

EL CORTE


Fui a cortarme el pelo.

Pensé en los monos
en cómo se acicalan
unos a otros.

El peluquero hizo volar
gajos de pelitos
caían como granizo negro.

Pensé en las frutas
en una piña,
en una zanahoria pelada.

Las tijeras modelaban
yo, temía
la integridad de mi corona.

Mi cáscara siendo recortada
al placer indeciso
del reflejo.

Pensé en la fortuna
de que el pelo no doliera
y en lo caro del arreglo.

domingo, 12 de septiembre de 2010

HASTA MAÑANA

Desde que entré al cuarto me invadió la sensación de estar en una escena previamente montada.
He estado aquí antes, no cabe duda. Los muebles, el olor, los colores me parecen más que familiares. Intento concentrarme. ¿Cuándo fue? Sigo el trazo fino de mi memoria. Un sobresalto. Darme cuenta que ya conozco el siguiente instante. Evocarlo. Retenerlo con esfuerzo e inmediatamente sentir cómo se me escapa. Se desliza. Ésto ya lo viví.
Me sumerjo en medio de dos líneas paralelas, adentro del espacio que las separa. Líneas de tiempo que corren idénticas, distantes: pasado, presente, y yo, en medio de ellas, queriendo adivinar el futuro, o acaso, revivir lo recordado.
La alfombra en la que se hunde mi pie, me remonta a una tierra previa, entredicha.
En medio de absurdas cavilaciones, se acerca sigilosa, una mujer, envuelta en seda muy blanca. Sus manos frías se posan sobre mi pecho, por un momento la sensación extraña se aleja. Observo su rostro a detalle. Me gusta, instintivamente sonrío. Es una desconocida, y me toca confiada, temblorosa.
Logra cautivarme, toma mis ansias, las recoge, aparta de mí la zozobra. Ella no parece pertenecer a éste cuarto, ni a éste tiempo, tampoco yo. Creo que estamos actuando una obra elegante sobre una escenografía barata. La observo una vez más, otra. Recorro su cuerpo sin el tacto, escucho atento los cambios de su respiración. Mi carne se rinde ante los pasitos de sus dedos. Reconozco fragmentos velados.Astillas.
El olor de su piel, permea hasta punzar los nervios.
El tiempo se disecciona. Me pierdo. Olvido los fenómenos de mi memoria.
Me paro desnudo frente al espejo. Inspecciono mi rostro, su habitual expresión de angustia disimulada, me acerco un poco más, abro mucho los ojos, no encuentro nada. Sobre el reflejo, en segundo plano, está ella, tendida en la cama. Las miradas se encuentran. Empiezo a comprender.
Reconstruyo el instante. El pasado me viene como un fluido caliente a la cabeza. Llena los vasos sanguíneos,corre a una velocidad pasmosa por mis venas, oxigena el entendimiento.
¡Esperen!, alrededor de mis ojos, rodeando mis labios, sobre mis mejillas, parece haber algo, algo qué ha dejado rastro, huellas silenciosas de su presencia, tal vez fué lo que noté en ella. Lo palpo con mis manos, bajo mis dedos pequeñas grietas cuentan historias, delgaditas líneas sobre la piel distorsionan caminos, creo que son arrugas. 
Rutas equívocas.
Vuelvo a la cama más tranquilo, creo haber descifrado el misterio, bajo las sábanas me esperan sus tiernos brazos que me arropan, acomodo mi cuerpo junto al suyo, compruebo lo bien que embonan, completamente cómodo me entrego al sueño, ella acaricia mi pelo y susurra, hasta mañana, mi amor.

lunes, 6 de septiembre de 2010

BOCADO

La idea nos aborda
cómo un tenedor
al bocado.

Trincha por
lo más suave,
levanta,
devora.

El paso por la boca,
el tracto
digestivo,
los intestinos,
salir completamente
desecho,
transformado.

Tal vez,
en forma más util:
energía que abona,
fertiliza
y ahora sí
hará crecer un árbol,
ó
nada más,
flotará disuelto,
por años en
el canal
de aguas negras.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Visiones hepáticas

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miércoles, 1 de septiembre de 2010

Insectos receptores

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