miércoles, 12 de mayo de 2010

INICIACIÓN


Lolita despierta de mal humor, lleva varios días sientiéndose molesta y acalorada. A ratos eufórica y en otros desenfrenada, la pequeña Dolores de cabello rizado, envenena con su aliento el aire que la rodea.

Y es que no sabe que hacer con todas las molestias que carga encima, además de la preocupación por el exámen de química, la incipiente acumulación de grasa en su rostro pecoso, el amor turbulento por Pablo...

Después de clases, diariamente come, toma una siesta, se dispone a cumplir con sus obligaciones escolares y luego solamente se dedica a soñar. Sueña con las posibilidades de su brocha (será una gran pintora), las novedades de su cuerpo, los besos de un muchacho.

Es jueves, Lolita comienza la tarea de historia, le han encargado presentar fotografías de varias generaciones atrás en su parentela. La delgada niña de piernas largas vuelca la mitad de su cuerpo dentro de un baúl que parece no había sido abierto desde hace un siglo. Tras varias capas de polvo (que ya se mudaron a su ropa), encuentra una pequeña caja con fotos de caras desconocidas y decoloradas, en las que intenta encontrar algún rasgo familiar, observa con detenimiento los ojos redondos y las narices puntiagudas de esos extraños, de los que le dicen heredó las inclinaciones artísticas y pasionales de su carácter, sinceramente ella no se reconoce ni en las facciones ni en las actitudes que

portan los parientes que acaba de conocer. Sigue hurgando en el baúl que parece contener la vida de que una multitud dejó plasmada en objetos multicolores y deshilachados: joyería antigua, libros desempastados, revistas de hace cincuenta años y otros tantos que le causan fascinación y hacen de su tarde todo un deleite; uno de esos libros, pequeño, amarillento y un poco carcomido se titula: “300 Técnicas para volver loca a la mujer”, Lolita suelta una carcajada, la portada que muestra a un caballero elegante, sonriente, sosteniendo un ramo de rosas, le hacen pensar se trata de un manual de cortejo antiguo cuyas “técnicas” aburridas y pasadas de moda le provocarían otro ataque de risa.
La introducción plantea a todo buen caballero la oportunidad de halagar a la fémina con la astucia de su lengua, la pericia de sus dedos, el rendimiento de su cuerpo...

Capítulo 1. El beso. Lolita devora una página tras otra, atenta a las indicaciones del autor que casi pedagógico instruye al lector sobre la correcta posición e intensidad de la lengua. Ella practica a intervalos con el dorso de su mano, besándolo apasionadamente.

Capítulo 2. Modales de alcoba. L o l a con los labios, la cara y la mano enrojecidas, imagina a su Pablo con la camisa desabotonada, sosteníendo una copa de vino mientras ella en una gran cama de sábanas sedosas, lo observa ataviada como las actrices del cine.

Capítulo 3. Las caricias. [El caballero que se digne de serlo deberá tocar con delicadeza el cuerpo de su dama, recorriéndolo con cuidado, besando lentamente su cuello, rozando con el dorso de su mano los pezones erguidos, admirando la tersura de su vientre, hasta llegar al anhelado “monte de Venus”, donde se encontrará un lugar lleno de misterios...”]. ¿Qué misterio puede tener su cuerpo? Lolita sabe cómo se hacen los bebés, conoce por las monografías sus órganos reproductores, pero en el suyo nunca ha vislumbrado nada que pareczca oculto o misterioso, aunque es verdad que últimamente mientras se baña o hace gimnasia siente un cosquilleo, como un tirón, o un pequeño calambrito que le viene de allá abajo, pero no le ha prestado demasiada atención.

Capítulo 4. Su mano y su miembro. [“Querido lector, para que usted llegue a ser un experto en la conquista amorosa tendrá que conocer primero los alcances de esa parte de su cuerpo que llevará al éxtasis a la mujer de sus sueños; para ello busque el momento propicio para probar con varios instrumentos que le brindarán placer: una pluma de ave, una revista, lo que usted desee, y sépase dispuesto a retener lo más posible el desahogo que ansiará desesperadamente, de ésta forma durante sus encuentros tendrá el rendimiento necesario para que su pareja alcance el orgasmo. O r g a s m o. Lolita se siente acelerada, algo late por dentro, no es sólo su corazón, sus ojos no se despegan de aquel libro y ahora su mano recorre su vientre mientras su boca deletrea esa nueva palabra O R G A S M O, pero, ¿qué significa?, se levanta y busca un diccionario.

Capítulo 5. Llegando al monte. [“Cuando uno se encuentra ante la entrada de esa pequeña caverna tendrá que descifrar todas las joyas que se encuentran dentro, con ayuda de todos sus sentidos, lo primero, con las yemas de sus dedos , abra de par en par los dulces y viscosos labios, dentro, usted se topará con el diamante de la anatomía femenina, un pequeño trozo de piel rosado que al contacto de sus dedos se estremecerá como una almeja bajo el limón, frótelo suave y rítmicamente, sentirá como el fruto palpitante que sostiene entre su mano comienza a humedecerse”]. Lolita también lo siente. [“Ahora será el turno de su lengua, comience por lamer besar, succionar, desplácela en círculos y diríjase a la entrada del jardín de los placeres...”]. Lolita no puede más, deja el libro a un lado, y al colocar su mano entre las piernas constata que su pantaleta de corazoncitos está mojada, se frota, mete su mano, acomoda sus deditos y presiona su “diamante”, es duro. Está sudando, siente el mismo calambrito, pero más intensamente, como si una energía nueva le recorriera el cuerpo, se moja, mueve más rápido su mano. Se contrae y por un momento no puede ver, oír ni pensar, todo su frágil cuerpo se ha convertido en un solo nervio, tenso, vibrante.
Lolita esconde el libro, recuerda la tarea, ya no tiene ganas de hacerla, se siente cómo si hiciera algo sucio, que las señoritas no hacen, pero le gustan mucho las nuevas sensaciones, ya quiere compartir sus nuevos conocimientos con Pablo, seguramente él no ha probado lo que ella recién descubrió , o tal vez el apuesto profesor de grámatica tenga aún algo más por enseñar, tendrá que comprobarlo.

El viernes llega con el habitual entusiasmo que provoca el fin de semana y Lola con el ánimo alterado espera ansiosa el toque de la chicharra , para dirigirse a sus clases particulares de oratoria que su profesor favorito le impartirá por la tarde. Improvisa un dobladillo a su falda, deja al descubierto sus muslos bien torneados.

-Buenas tardes, Dolores- saluda cortés Pablo.
-Hola Pablo- contesta Lolita desparpajada.
-Hoy no está en casa mi hermana- comenta apenado Pablo, espero no te moleste.

Lolita no puede creer tanta suerte, justo hoy, cuando su mente parece haber huido de su cabeza, cuando sus poros transpiran frenesí, aquel hombre, protagonista de sus fantasías amorosas (quién algún día será su esposo, está convencida), se encuentra sólo frente a ella que ansía conocer lo que hay debajo de sus ropas, los caminos que trazan sus dedos, el sabor de su lengua.

Lolita tiene una paleta roja y redonda metida en la boca y hace un fuerte ruido cada vez que la saca y la vuelve a meter. Abre su cuaderno y se acomoda en la silla, cruza las piernas, una sobre otra. Toma la paleta y comienza a lamerla despacito. Pablo comienza a darle la lección, el orden correcto de los enunciados, los principales, los subordinados, a Lolita nunca le ha gustado la gramática, pero desde que Pablo es su profesor ha perdido por lo menos el aburrimiento por la materia.

-Cuando tienes dos enunciados, y éstos expresan ideas diferentes, tendrás que separarlos por medio de una coma, de ésta manera: Pablo inclina su cuerpo hacia Dolores para mostrarle en el cuaderno la aplicación de lo explicado. Lolita como un felino ataca su cuello, lo besa, lo succiona.

-¡Dolores!, ¿qué te pasa?, ¡por qué haces eso?- Pablo alterado, confundido, la aparta.

Ella no responde, se levanta de su asiento, sube un poco (más) su falda y se sienta sobre las piernas del aturdido profesor mirándolo de frente.

-Relájate, Pablito, no te voy a comer, sólo quiero enseñarte lo que aprendí ayer haciéndo mi tarea- le susurra al oído juguetona.


-Lola, por favor, no ésta bien, vé a tu asiento- la voz entrecortada de Pablo, se escucha un tanto más paciente.

-Sólo tantito, mira no es malo, la niña dirige la mirada hacia abajo, mostrando lo que hay en medio de sus piernas, bajo su falda tableada se asoma una tela rosada que cubre un triángulito carnoso.

Pablo respira agitado, sumamente nervioso guarda silencio y observa, Lolita toma una de sus manos, le separa un dedo y lo coloca por dentro de la delgada prenda, luego comienza a moverlo en círculos pequeños.

Bajo el pantalón de Pablo algo ha sucedido, Lola lo percibe, algo duro, grande, parece haber surgido de la nada.

Él intenta retirarla, la empuja suavemente, Lola se echa a reir.
-Te gusta, te gusta- Lola rie y mete su paleta en la boca de él.
-Lolita, (nunca la había llamado así), claro que me gusta, pero eres una niña, quítate por favor.

Lola lo besa apasionadamente, le mete la lengua llena de caramelo casi en la garganta, al mismo tiempo que su mano derecha acaricia el bulto debajo de su cierre, lo abre, Pablo responde febril ante sus caricias, él coloca sus manos en las nalgas redondas de su alumna, la carga, la lleva al sillón, ella queda sentada con las piernas muy abiertas y él desde el suelo desprende de su cuerpo ésa prenda que separaba la carne de su alcance, de sus besos; la acaricia, la contempla.

Lolita sudorosa, fuera de sí, con los ojos entreabiertos desabotona su blusa, se despoja del sostén, deja al descubierto sus senos recién nacidos, abundantes, aterciopelados, Pablo los coge como fruto para comer a mordidas, los besa, Lola alcanza el cinturón masculino, intenta destrabarlo, no puede, él se pone en pie, se lo quita hábilmente. Cuando la ve desde arriba, desnuda, con la falda enredada en la cintura, se detiene un momento, duda, la ternura lo invade, es una niñita piensa, vulnerable, y sin embargo por las venas de éste hombre la sangre galopa veloz para concentrarse en una sola región de su cuerpo, que necia y firme, dirige su único ojo hacia la cara de Lola. Ella lo mira asombrada, es muy grande, le asusta un poco, lo toma con una mano y no sabe muy bien que hacer, él la guía, suspira.

-¡Detente!, no podemos, podría ser tu papá.

Lolita aprende rápido y los movimientos certeros de su mano provocan que el profesor sólo alcance a balbucear sus argumentos.

-Por eso me gustas más- responde con voz infantil.

Pablo retira la mano de Lola, se tumba sobre ella, separa sus piernas y dirige su miembro voraz al centro de poder de la niña.

-Podrían encarcelarme por ésto- musita.
-¿Y no lo vale?

En un movimiento violento, pero cuidadoso Pablo se mete hasta adentro del estrecho cuerpecito, Lolita grita, duele mucho, él, tierno le acaricia el pelo, la cara, le besa los ojos, la punta de la nariz, la dulce boca. Lolita se relaja se abre un poquito más, Pablo se mueve lento, profundo, disfruta cada centímetro que recorre dentro de ese abrasador túnel húmedo y delgado. Lolita con los ojos cerrados, los sentidos abiertos, devora con la boca púrpura que tiene entre sus piernas el bocadillo de carne erecta que explota derramando su savia, al ritmo de las pequeñas mordiditas que le propina.

Abrazo.
Silencio.

Pablo se levanta, comienza a vestirse, la contempla nuevamente, tiene ganas de llorar, le llena el rostro de besos tiernos. Lolita enmudece, besa la mejilla de su mentor, esboza una pequeña sonrisa, recoge su ropa, sin decir más toma su mochila y sale del lugar.

Al llegar al baño de su casa, sentada en el escusado, recuerda lo acontecido hace unas horas. Se estremece, descubre en el puente de algodón de su prenda íntima pequeñas gotas de sangre; algunas lágrimas le caen sobre las piernas.

En el lavabo con agua y jabón desvanece los rojos rastros de placer, alza la mirada para encontrarse con el espejo; observa sus ojos vidriosos, los talla, sonríe coqueta, cierra la llave.
Camina a su cama tarareando, dando pequeños saltitos, dispuesta a seguir soñando.


1 comentario:

  1. chikipunk muy buen cuento aunque tiene algunos errores de dedo y acentos donde no van pero es fácil de leer y ya me lo imagine para un corto... así que a trabajar!! beso
    Dan

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