domingo, 28 de noviembre de 2010

BASADO EN UN SUEÑO REAL



Recuerdo como dijiste:

-Tengamos una casa en medio del mar,
dónde no haya ni un alma
dónde los colores del agua sean novedad
dónde ni el más agudo de los gritos tenga eco.

Me estremecí al escucharte
los dos en medio de nada
locura desgarrante, atractiva hasta los huesos
veneno puro a la médula espinal.

Terminaríamos ahogados,
en las profundidades del otro
horror sin oxígeno,
antropófagos,
hasta que el odio llegara.

Pero tú, bien me corregiste:
-Nos amaríamos más,
el aire como planctón
universo cuneiforme
cómplice, unidad,
carne, sangre, alma, 
todo dilatado, dispuesto a disolverse.

Pregunté como lo haríamos,
lo planeaste todo, a detalle,
la transportación, los alimentos
el paso cada seis meses de un barco carguero
y volví a preguntar:
¿y los espejos?
el ancla, los techos, los tanques,
el suelo, la madera, el metal, el cielo tan abierto,
las aguas salvajes, el viento y la luna, la luna
solamente se burlaba.

Cuenta del tiempo sin tiempo
tiempo sin cuenta
cuenta sin cuenta,
sólo ameneceres, oscuridad, amaneceres
y otra vez la noche pesada, ligera según el tiempo
velo delgado, velo telaraña, velo fantasma,
velo minutos, velo cuerpo, velo catarata.




Casa oxidada, sello en las puertas
salitre, algas, recuerdos blandos,
rompiste las ventanas, te fuiste
flotaba yo, raspaba la ola, el rayo,
cegada, sedienta, sin tierra en la mirada.

Orilla, espejismos, orilla, llegué,
llegaste y no lo supe
llanto y sal en una misma lágrima
abismo de llegada
consiencia, ausencia, tu presencia
en otro lado.

Supe que por allá estabas,
sé, también que allá, yo me quedé
mi cuerpo, conmigo es accesorio
contigo ya imposible.

La casa se nos derrumbó
lo que hubo dentro, ya no es
silencio amoratado
acto fratura, raja, gangrena
dolor que dió placer,
dolor que floreció,
dolor seco, costras.

Recuerdo cómo dijiste,
recuerdo cómo reí.













No hay comentarios:

Publicar un comentario