martes, 24 de enero de 2012

No sé

Yo no sufro como debo, dicen.
No sufro por la duplicidad de mi apellido
ni por mis cientosesentaytres centímetros
ni por hundirme en el ritmo de tus ojos.

Ahora sufro por cosas más banales, opinan.
Como la salvaje muerte de los osos en el polo
o el súbito descubrimiento de un arma.
Ahora lloro por un montón de gente, y dicen
es malo para la salud.

A veces, pienso en ti. Del nudo en la garganta
paso a la fantasía y luego ahí,
te veo remotamente feliz y me esperanzo.
Otras veces, casi todas, en el camino
siento pena, mareos, naúseas: puro síntoma barato
ante tanto deseo inconexo.

Yo no sufro por lo que se debe sufrir, piensan,
pero no me acongoja el amor no eterno,
ni esos celos, ni la propiedad privada.
Sufro por sentir como siento.

Desde siempre he tenido el sentir puesto en otro lado,
no lloraba por una muñeca rota, sino cuando me
cantabas arrullos, (pensaba que te cansabas, abuela).
Sufrí porque un día ya no estarian mis amores
por entender que todo tiene un término,
por eso nunca quise un perro, mucho menos un pez:
al verlos pienso en el mar, y aunque el dependiente
de la tienda diga que no entienden,
que son felices detrás del cristal, yo le pregunté
por Nemo y él respondió que Nemo sí extrañaba
su casa.

Luego, al descubrir que el placer se podía compartir,
lloré de vértigo.

Yo no sufro por los pecados, sino por todo lo bello
que es nombrado así.

Cometimos el ritual, le hicimos un hoyo
al tiempo, al mundo, para meter nuestros cuerpos
bañados de inocencia. Lloro.
Pobre mundo, quedó tan ultrajado y tú y yo, tan lejos...

No soy menos feliz,  
no sé si cinismo, disfunción o
simple enfermedad crónica.

Algún día voy a aprender a sufrir como se debe.

1 comentario:

  1. -Hola, Rosario. Soy César del Taller del Claustro. Ya con más calma, he releído tus textos. Infortunadamente, la carencia de tiempo y otros aspectos, no me permitieron comentar tus poemas. Pero lo hago por este medio. A decir verdad, desde la primera lectura -la cual hice incluso antes de que tú misma leyeras tus textos-, me impactó profundamente el de "Homenaje a Fabián Casillas" -de ahí que te haya buscado en la red: la forma en que logras conjuntar lo pueril con lo oscuro del ser humano, con un cariz de existencialismo, bien entendido, llamó mi atención. Asimismo, el de "Intitulable" lo disfruté sobremanera. Muchas felicidades.

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